Sinceramente, crezca.

04/26/2022

Me dije que estar a distancia de mi familia, me dejaría encontrar nuevas maneras de vivir y estilo de vida. También nuevas maneras de pensar. No era la primera vez que yo estaba lejos de ellos, y no tenía ninguna intención de separarme de ellos. Simplemente, sabía que mi compromiso a mis estudios y a mi propio futuro, existían en un lugar alejado, con lo que ya estaba familiarizada. 

En el primer trimestre de la universidad, tomé clases que no me desafiaron. Mis prioridades eran acostumbrarme a vivir en la universidad. Lo que no me esperaba fue que yo encajaba bien en la universidad. Antes del comienzo de las clases, ya tenía un trabajo de periodismo del campus y un conjunto de profesores en los cuales me sentía cómoda y confiada. Además, después de cinco semanas del primer trimestre, ya decidí estudiar en Europa para el año académico.

Dos meses después, regresé a casa para las vacaciones de invierno. Sin embargo, no me gustó en la persona en la cual me convertí. En la universidad, tenía un grupo de amigos con los cuales me llevaba bien, pero no encajaba completamente. Me sentía diferente, y no me gustaba que los demás estudiantes no reconocieran quien soy.

Cuando regresé al campus, era sub realista. No sentía que era el lugar correcto para mí. No quería ser la misma persona que era durante el primer trimestre. Quería hacer cambios en mi vida. Entonces, pasaba más tiempo con mi misma. Cuando pasaba tiempo con los otros estudiantes, busqué a los que tienen intereses similares, tal como hablar sobre lo que hemos aprendido de nuestros profesores y nuestras clases. Empecé a hacer lo que me hace feliz, en lugar de hacer lo que me imaginé deben hacer los estudiantes universitarios. Este fue el primer paso hacia ser más honesta conmigo misma. Empecé a preguntarme, ¿qué quiero yo?

Un momento inesperado pasó durante un trabajo de prácticas con una empresa de la ciudad. En ese tiempo hice una investigación sobre la historia del pueblo. Me sentí bien descubriendo los secretos escondidos detrás de un edificio de ladrillo y la historia de las vías del tren. Todas esas historias que ignoraba fácilmente antes. Durante el segundo trimestre, aprendí ha abrazar mi don y pasión por los idiomas. Como resultado, me interesaba más en mis estudios y las oportunidades profesionales para el futuro.

A veces estaba distraída. Extrañaba mi hogar, mi familia, y mis amigos. Justo antes de las vacaciones de primavera, pasé un día cediendo al miedo. Era exactamente lo que necesitaba. Cediendo a todos los sentimientos feos, me sentía más responsable por mí misma. Me di cuenta que necesitaba hablar con los demás y me dieron muy buenos consejos.

Había muchas cosas buenas sucediendo a la vez. No sabía como atender a todo. Al mismo tiempo, tenía que reconciliarme con un futuro en el cual no regresaré a casa con mi familia tanto como me gustaría.

Cuando regresé a casa, al final del segundo trimestre, estaba orgullosa de la nueva persona en la cual me convertí. Diferente de antes, no necesitaba convencerme que el próximo trimestre valdría la pena. Sinceramente, me sentía como si yo esforzara hacia algo nuevo. Un día, mi visión del futuro, se volverá realidad.