La mejor versión de mí.

08/18/2022
Los cuadernos que mi abuelo me dio.
Los cuadernos que mi abuelo me dio.

Considero el aprendizaje, y la seguridad que me deja aprender, unos de los privilegios más grandes de mi vida. Aunque se puede aprender por medio de las experiencias y las conversaciones, el valor que viene cuando uno lee o absorbe consejos de los que han organizado sus ideas en un libro, documental, o video, no deben ser subestimados. Yo no siempre pensaba así, y esta es mi jornada hasta este punto.

Mi primera experiencia de aprendizaje formal empezó en el primer grado, allí es donde comenzaré mi historia.

A la edad de seis años, la maestra me pasó una prueba. Mientras miraba la primera línea del papel, me ponía nerviosa. Era uno de los primeros momentos de responsabilidad que enfrenté, y ya no sabía que escribir a lado de la sección nombre. Entendí que debía entregar algún resultado si yo quería tener éxito en la escuela. Por supuesto, eché un vistazo al papel de mi compañero de mesa. Dentro de una semana, decidí copiar los nombres de mis compañeros a mi lado derecho. Samantha. Jake. Emily. Problema resuelto.

Cuando mi maestra supo lo que estaba pasando, le avisó a mi papá. Revolvía las pruebas en sus manos con una mirada de incredulidad. Esa misma noche, mi mamá me sentó a una mesa de vidrio situada en la cocina. Regresó con una pila de papeles y un bolígrafo, escribió mi nombre con letras grandes. Me explicó que tengo un segundo nombre y también un apellido. En estos momentos, me sentía emocionada por aprender algo de mi mamá. Cópialo, me instruyó. Por la próxima hora, de un lado a otro del papel escribí mi nombre, una y otra vez hasta que no necesitaba copiar los anteriores. Ella se sentaba conmigo todo el tiempo, mirándome memorizar las curvas de mi propio nombre. Después de esta noche, yo estaba orgullosa de llenar el espacio en la parte más arriba del papel. Aprendí que soy capaz de crecer y ser independiente.

Una carta que me escribió a la edad de 13 años.
Una carta que me escribió a la edad de 13 años.

En la primaria me veía como un estudiante corriente. Dormí durante las lecciones de historia, estaba preocupada por mis pruebas de ortografía, y estaba ansiosa de hacer amigos con mis compañeros de escuela. En el colegio, me cansé de impresionar a los que no me entendían. Era en esta época de mi vida que empecé a identificar mis intereses. Estos incluyeron la música, la lectura, la mecanografía, el viaje, tal vez la trompeta, tal vez el violín, y el francés. Me sentía satisfecha pasando tiempo con mi misma, en vez de sentirme obligada a pasarlo con los demás. Empecé a ver lo que mi mamá siempre me dice: tu piensas y actúas diferentes, vas a hacer grandes cosas.

Mientras más me conocía a mí misma, menos entendía a mis compañeros. En la prepa, esos sentimientos solo me facilitaba distanciarme de ellos, por miedo de convertirme en la persona ingenua que antes era. En cambio, pasaba tiempo con mi familia y adultos en la comunidad. Estoy agradecida que crecí alrededor de humanos llenos de confianza que aman a la gente y la búsqueda por la sabiduría. Aparte de mis propios padres, estos adultos me enseñaron a verme en una nueva luz, a impresionarme a mí misma, no a los demás. Los más singulares me empujaron a educarme contra el miedo y la confusión.

Cuando empecé mis estudios en China todavía no entendía completamente mi propio valor. En ese tiempo, consideraba el estudio importante solo si sobresalía o veía el valor de lo que estudiaba (pensando de esta manera, era más fácil producir buenas calificaciones). Como resultado, meses después del programa de lenguaje, cuestioné mi decisión de estudiar el chino. Ya no apreciaba ese conocimiento. Mi progreso se retrasó y mi indiferencia creció. Mis maestros se frustraron conmigo. En vez de contar con mis fuerzas y comunicar lo que yo necesitaba, empecé a creer lo peor de mí misma.

Aunque comparto los momentos más retadores, no me arrepiento de ellos, a pesar de que mis acciones hicieron daño a los demás de vez en cuando. Esos momentos dejaron expuestos las mejores y las peores partes de mi carácter.

Una de las primeras conversaciones con abuelo. La foto está oscura para mantener la anonimidad.
Una de las primeras conversaciones con abuelo. La foto está oscura para mantener la anonimidad.

"Edúcate. Estudia. Aprende. Es la única forma de llegar a donde quieras." Unos dos años y medio después de China, en julio de 2022, viajé a México a conocer a mi abuelo materno por primera vez en mi vida. Un hombre zapoteco con una postura digna y una camisa abotonada, su presencia es uno de mis emblemas de conocimiento y la mentalidad abierta. Vi partes de mí misma en él. Él influenció tanto a mi mamá que, sin saber, me influenció a mi también. Mi abuelo empezó la vida con muy poco y a estudiar más sobre el mundo, pudo viajar y estudiar la geología, la antropología, la etimología, y las ciencias y las matemáticas. También un polígloto, habló de las lenguas en una forma muy similar a mí. Cuando estaba con él, podía sentir el poder del conocimiento de un individuo. Estoy agradecida de que mi educación me ayudó a vivir este momento con él. Mientras tanto me di cuenta que dejé muchos recursos educativos caer por mis manos intencionalmente porque consideraba los subjetos como la química y las matemáticas aburridos y frustrantes. 

Antes de dejar a mi abuelo, me dijo, que el paso más importante que todos nosotros podemos tomar, es encontrarnos a nosotros mismos. Hace unos meses, no había podido entender el significado de sus palabras, pero después de los últimos meses de presenciar mi propio crecimiento, pude ver el valor de lo que me compartió ese día.

"Lo que el presente necesita es la mejor versión de mí misma," otro miembro de la familia, David, me contó. Sin darme cuenta, esa es la meta que había perseguido todo ese tiempo. Pensé, el aprendizaje me llevará a este punto. Similar a la noche cuando aprendí a escribir mi propio nombre, todavía soy capaz de aprovechar el entusiasmo que viene cuando aprendo algo nuevo.

¡Sí!, yo creía que estudiar era una obligación . Era algo que en lo que me necesitaba esforzar, también algunas veces me sucedió con los idiomas. A medida que les escribo a ustedes, ya no considero el aprendizaje y el estudio de esa manera. Ahora me acuerdo invitar al conocimiento y a las experiencias - ya sea de un ser humano o de las palabras de alguien que no conocía - y al final me siento más conectada.